El 2 de mayo se conmemora el Día Mundial del Atún, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2016.
Su objetivo es crear conciencia sobre la importancia de esta especie tanto para la seguridad alimentaria mundial como para la economía de numerosos países costeros.
El atún representa una fuente esencial de proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega-3 y micronutrientes fundamentales, especialmente para poblaciones en países en desarrollo.
Desde una perspectiva industrial, el atún es uno de los productos pesqueros más comercializados globalmente. Se estima que las capturas de atún y especies afines superan los 7 millones de toneladas anuales, según la FAO, lo cual lo convierte en un actor estratégico para la industria alimentaria mundial.
Radiografía del mercado global del atún: consumo, exportaciones y desafíos
El mercado global del atún está dominado por países asiáticos como Tailandia, Indonesia y Filipinas en términos de captura y procesamiento. Europa, en particular España e Italia, mantiene un fuerte consumo, mientras que Estados Unidos es uno de los principales importadores de productos terminados.

En América Latina, Ecuador y México destacan como exportadores clave, abasteciendo tanto a mercados regionales como a clientes en Europa y Norteamérica.
Las exportaciones ecuatorianas de atún alcanzaron más de 1.200 millones de dólares en 2023, mientras que México ha impulsado su producción con tecnologías de procesamiento y mejoras en trazabilidad.
Sin embargo, la industria enfrenta desafíos como la sobrepesca, regulaciones más estrictas de sostenibilidad, y la necesidad de innovar en productos para consumidores cada vez más exigentes.
Valor agregado: innovación en productos a base de atún
Una de las oportunidades más importantes en el sector es la creación de valor agregado mediante la diversificación de formatos, ingredientes funcionales y presentaciones.
Los productos listos para consumir, como snacks de atún deshidratado, bowls con vegetales o patés gourmet, se están posicionando en segmentos premium y saludables.
Marcas latinoamericanas están apostando por desarrollar líneas funcionales que destacan su contenido de omega-3, la ausencia de conservantes o el uso de ingredientes orgánicos.
En México, por ejemplo, algunas conserveras han invertido en maquinaria para porcionado automático y empaques inteligentes, facilitando exportaciones a países con estrictas normativas.
Certificaciones sostenibles: exigencia de los mercados globales
Los consumidores, especialmente en Europa y Norteamérica, exigen cada vez más productos del mar con garantías de sostenibilidad. Las certificaciones más reconocidas en el sector del atún son:
- MSC (Marine Stewardship Council): Certifica pesquerías bien gestionadas, respetuosas con los ecosistemas marinos.
- Friend of the Sea: Evalúa tanto aspectos ambientales como sociales en la pesca y acuicultura.
- Dolphin Safe: Asegura que la captura de atún no implicó daño a poblaciones de delfines.
Estas certificaciones permiten el acceso a mercados de alto valor y son un diferenciador clave para exportadores latinoamericanos. Ecuador cuenta con varias flotas certificadas por MSC, mientras que México ha avanzado con estándares Dolphin Safe para sus atuneros del Pacífico.
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Trazabilidad y sostenibilidad: claves para el acceso a mercados premium
La implementación de tecnologías de trazabilidad es un paso indispensable para ganar confianza del consumidor y cumplir con regulaciones internacionales. Soluciones basadas en blockchain, etiquetas QR, y sensores de temperatura permiten conocer el recorrido completo del producto, desde la captura hasta el anaquel.
Estas herramientas no solo mejoran la transparencia y reducen el riesgo de fraude, sino que también optimizan la logística y el control de calidad. Para mercados como la Unión Europea o Japón, la trazabilidad es una condición básica para la entrada de productos pesqueros.
El papel de América Latina en la cadena global del atún
América Latina juega un rol cada vez más protagónico en la cadena global del atún. Ecuador se ha consolidado como líder en el procesamiento de atún para conserva, con plantas tecnológicamente avanzadas y cumplimiento normativo.
México, por su parte, ha impulsado el desarrollo de la pesca responsable a través de regulaciones nacionales y la cooperación con ONGs internacionales.

Además, países como Perú y Colombia están explorando oportunidades para el desarrollo de acuicultura de atún en zonas costeras, con miras a abastecer el creciente mercado asiático.
La combinación de recursos naturales, infraestructura y tratados comerciales (como el T-MEC o el Acuerdo Multipartes con la UE) posiciona a la región como un hub estratégico.
Retos y oportunidades para 2025: ¿cómo puede innovar la industria del atún?
Entre los principales retos destacan:
- Cambios regulatorios en etiquetado y sostenibilidad en mercados como la UE.
- Impacto del cambio climático, que está desplazando zonas de captura.
- Competencia de productos plant-based que buscan reemplazar el atún en dietas veganas o flexitarianas.
Frente a esto, las oportunidades son claras:
- Inversión en biotecnología alimentaria para mejorar textura y sabor en conservas.
- Desarrollo de alianzas público-privadas para la certificación de flotas pequeñas.
- Educación al consumidor sobre el rol del atún como fuente sostenible de proteína.
El Día Mundial del Atún no solo invita a reflexionar sobre la conservación de los océanos, sino también sobre el futuro de una industria clave para la seguridad alimentaria global.
América Latina tiene el potencial de convertirse en un referente global si apuesta por la trazabilidad, las certificaciones sostenibles y la innovación en productos de valor agregado.
La profesionalización del sector, junto con alianzas internacionales, será decisiva para alcanzar mercados exigentes y consumidores conscientes en 2025 y más allá.