1 de Agosto de 2025

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Industria alimentaria hoy

Legado, desafíos y futuro de la cerveza artesanal mexicana: entrevista con Jaime Andreu Galván, cofundador de Cervecería PRIMUS

La cerveza artesanal mexicana crece con estrategia, sostenibilidad y visión de largo plazo
Ingrid Cubas

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El sector de la cerveza artesanal en México está experimentando un crecimiento sostenido, respaldado por tendencias de consumo que valoran calidad, autenticidad y experiencias sensoriales únicas.

Tan solo en 2023, este segmento alcanzó un valor estimado de 125.6 millones, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) proyectada del 7.1 % para 2032 en México.

Según apunta Deloitte Global, el mercado internacional de cerveza artesanal podría crecer hasta 10,030 millones de litros para 2029, con una tasa anual compuesta del 9%.

En entrevista exclusiva para The Food Tech, Jaime Andrew Galván, cofundador de Cervecería PRIMUS, la casa creadora de marcas como Tempus y Jabalí, describió como “un viaje larguísimo que nos ha tomado una vida” a su actividad en el mundo de la cerveza artesanal.

Hace 19 años que encontró esta pasión junto a su primo Rodolfo; en aquel entonces, les parecía “mágico” producir cerveza en casa y compartirla con sus amigos. Hoy, reconoce que a la fecha han pasado muchísimas cosas:

“Particularmente, nos hemos hecho grandes y eso va cambiando el impulso pasional hacia el estratégico… hay una responsabilidad detrás de este proyecto, 56 familias que dependen de que la cervecería genere números positivos, y cuando no hace, tener la capacidad de sortear tiempos complicados”, reflexionó.

Geografía del crecimiento de la cerveza artesanal en México

A decir de IMARC Group, tres puntos nacionales que presentan actividad destacada en torno a la cerveza artesanal son: la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. No obstante, ejemplos como el de Baja California apuntan hacia el desarrollo de una industria que favorece el consumo local.

En el caso de Cervecería PRIMUS, ubicada en el estado de Querétaro, la estrategia se ha enfocado en abarcar mercado mediante alianzas, presencia y experiencias:

“Con Tempus y Jabalí buscamos que sean marcas disponibles donde la gente consume cerveza artesanal. Estamos hablando de las grandes urbes del país, las no necesariamente turísticas: Monterrey, Guadalajara, Mérida, Tijuana, Ensenada, Mexicali y Puebla. Y luego, encontrar esa vocación de consumo, porque no tomas cerveza artesanal en cualquier momento”, compartió Andreu.

“La consumes, por ejemplo, cuando vas a un restaurante y estás entre una cerveza industrial y tal vez un vino, de pronto encuentras en la cerveza artesanal una posibilidad que armoniza tanto con la necesidad de refrescancia que te iba a dar una cerveza mainstream como con una experiencia premium que puede ser un maridaje que combine cerveza artesanal con lo que estás comiendo”.

“Esta parte nos ha llevado a hacer alianzas importantes con chefs, gastrónomos o sommeliers que nos permiten acercar esta experiencia a los consumidores todos los días. Obviamente, cualquier centro de consumo se vuelve un aliado estratégico y cerramos la pinza con el autoservicio, donde vas y compras insumos de relativa necesidad… acudes al que te queda convenientemente cerca, así que buscamos que la gente que consume cerveza artesanal, donde sea que viva, donde sea que se mueva o que trabaje, en las tiendas alrededor tenga facilidad para encontrar nuestros productos”, compartió.

Incluso ahora, existe un amplio panorama de oportunidades para educar a los consumidores e invitarlos a que logren apreciar los matices de estilo y elaboración que distinguen a las cervezas artesanales. Elevar el nivel de cultura en torno a este tipo de productos permitirá que su valor agregado sea mejor entendido en el mercado.

Alianzas y colaboraciones como aliciente para la innovación

Del mismo modo, la creciente demanda global por productos mexicanos ofrece oportunidades para exportar cervezas artesanales auténticas con respaldo cultural. PRIMUS ha hecho de este, uno de sus puntos clave para consolidar sus marcas:

“En nuestro ADN tenemos el tema de la colaboración: puede ser un proveedor de insumos, un centro de consumo, un distribuidor, puede ser cualquier otra área del mundo de los negocios; cada quien pone algo y sale algo diferente a lo que ambas empresas usualmente hacían, al final obtienes no solamente un producto o una forma de trabajar innovadora, sino también aprendizaje”, aseguró el especialista.

“Históricamente hemos hecho colaboraciones importantes; por ejemplo, la cerveza de chile ancho con Ancho Reyes para nuestro 10º Aniversario. También hemos colaborado con empresas americanas como New Belgium de Colorado para la elaboración de una cerveza con agua fresca mexicana a base de sandía que se comercializó en los Estados Unidos; a pesar de que nuestro beneficio económico fue marginal, entender cómo desarrolla una empresa tan grande su pipeline de innovación, cómo lo introduce al mercado, cómo habla con sus distribuidores para que eso se convierta en ejecución en el punto de venta, fue un aprendizaje súper valioso que pudimos aprovechar”.

“Igualmente, cuando nos aliamos con Lagunitas, la cerveza IPA más famosa o vendida del planeta, tuvimos la fortuna de ganarnos su confianza y durante los últimos cuatro o cinco años que se vendía en territorio mexicano se fabricaba en nuestra planta. Aunque no es una colaboración comercial porque no la vendíamos y solo la producíamos, el aprendizaje en cuestiones técnicas y de calidad que obtuvimos, es súper valioso”.

“Levantamos la mano y les mostramos la planta; el nivel de exigencia de calidad al que teníamos que llegar para cumplir con los mínimos que solicitaban para la elaboración de sus cervezas fuera de su territorio, eran altísimos. Eso nos obligó a pasar por una serie de aprendizajes e inversiones importantes: en nuestro laboratorio de control de calidad, en maquinaria para lograr una mejor estabilización del producto, en sanitizantes químicos”.

“Toda la limpieza de nuestra cervecería la hacíamos muy bien, pero ellos querían que se utilizaran ciertas marcas de importación, ciertos productos especiales y había que acceder para que pudiéramos certificarnos como un centro de producción para Lagunitas. Al hacer todo esto, obviamente nos encareció parte del proceso y nos exigió aprender cosas que no sabíamos, pero al final del día, Tempus y Jabalí son las grandes herederas de todo lo que aprendimos en conjunto, porque ya no se entiende Cervecería PRIMUS sin estos controles de exigencia de calidad que nos impusieron necesidades externas y que adoptamos para producir en adelante”, compartió.

Retos técnicos y operativos en la cerveza artesanal mexicana

Entre las opciones para diferenciarse, las cervezas artesanales se caracterizan por explorar estilos únicos y experimentar con ingredientes seductores. La competencia con las compañías de cerveza industrial las ha obligado a elevar sus estándares de forma continua y a buscar alternativas para abrirse mercado.

“Descubrimos que lo más fácil de todo este negocio es hacer cerveza, pero hacerla con pasión y consistentemente ya es otro boleto. Estos procesos de control de calidad que ya teníamos pero que además exigieron maquinaria, equipos e instrumentos de laboratorio nuevos, te obligan a que tu consistencia pues tenga que ser impecable”, explicó Andreu.

“El control de calidad que llevamos es tan exigente que puedo demostrar físico- químicamente que el producto no cambia. Hay un tema de percepción del consumidor cuando llevan tomando tu producto tantos años; el paladar de la gente cambia y tú mismo les vas enseñando a ser cada vez ser más exigentes, pero tenemos la constancia de que la calidad lo avala”.

“Lo que es todavía más complejo es el tema de distribución, encontrar ese distribuidor final no es cosa trivial, que la cerveza llegue a donde está ese consumidor dispuesto a pagar un sobreprecio, porque la cerveza artesanal, al final del día, tiene mayor calidad de insumos y procesos mucho más especializados, eso hace que sea más cara”.

“Nosotros nos hemos enfocado en que nuestras marcas estén en el lugar adecuado en el momento en que la gente las quiere tomar. Pasamos de un mindset de “fabrica cerveza, hazlo lo mejor que puedas y llévala a todos lados” a hacer golpes más contundentes y tácticos, movidas que realmente te generen un resultado no solamente cuantificable económicamente, sino que además te genere construcción de marca”, puntualizó.

“Lo que hacemos es operar bajo un sistema de gestión totalmente en la web con un pequeño uso de inteligencia artificial que nos permite mantener unido todo y amarrar desde la compra de insumos hasta la venta final, pasando por todo el tema fiscal, de acciones y de personal. Nuestra planta de producción está en San Juan del Río, Querétaro y nuestra mayor actividad comercial está en la Ciudad de México; sin embargo, aunque no hablemos en todo el mes o en toda la semana, prácticamente estamos en comunicación continua con las áreas de proveeduría, almacén y llenado de producto, porque estamos conectados en el sistema”.

“La digitalización de estos procesos nos ha permitido ser una empresa moderna y eficiente, tienes que estarle metiendo un poquito a todos lados para ir creciendo en desempeño, mejorando o manteniendo la calidad de tu producto… mucho de lo que jugamos es al largo plazo, no jugamos a hacer cosas gigantescas hoy que luego no sean sostenibles”.

“Nos gusta tener un rol donde seamos referentes por nuestra calidad, que con Tempus y Jabalí tengas todo lo que lo que te prometimos desde que te lo ofrecimos por primera vez. Que también sepas que hay una ética empresarial detrás de cosas que apoyamos y no apoyamos, de cómo la gente que trabaja con nosotros es cuidada de cierta forma, porque nuestra comunidad no es solamente la gente que trabaja, sino la gente que convive y que interactúa con nuestra cervecería, que se tenga una experiencia extraordinaria siempre que alguien se acerque con nosotros… no pretendemos ser la cervecería más grande del país, lo que lo que buscamos es ser una cervecería que haga bien las cosas, que sea referente por su ética y calidad”, reforzó.

Constancia hasta en la proveeduría: el legado de PRIMUS

La proveeduría en la industria de la cerveza artesanal es un pilar estratégico que influye directamente en la calidad, costo e innovación del producto final. Desde la selección de maltas, lúpulos y levaduras hasta el acceso a maquinaria especializada, envases y servicios logísticos, contar con una red confiable y flexible de proveedores es clave para responder a un mercado en constante evolución y alta competencia:

“Si algo hemos aprendido del momento épico que está viviendo la gastronomía mexicana, es que, al final. mucho depende de la materia prima, y en el caso de la cerveza, más aún; sobre todo cuando pretendemos diferenciarnos de la cerveza mainstream, necesitamos utilizar insumos de la mayor y de la más alta calidad”, declaró.

“Hemos pasado por muchas etapas; hace 20 años, importar malta de cebada a México estaba limitado por cupos arancelarios, eso se peleó en su momento y se trabajó en conjunto, fue de las primeras cosas que hicimos chiquitos y grandes juntos como frente común hacia la Secretaría de Economía para que nos permitieran liberar esos cupos arancelarios y poder importar más malta de cebada”.

“También se ha trabajado como gremio para el desarrollo de malteras nacionales. Hay un caso muy exitoso de cerveza Altiplano en Puebla, donde ya se está malteando cebada nacional para uso principalmente en cervecerías artesanales. En nuestro caso, por alianzas que hemos desarrollado ya en estos 20 años de existencia, hemos logrado ser la única cervecera artesanal mexicana que puede comprar con los productores de insumos de las grandes cervecerías”.

“Nuestra malta de dos hileras la estamos comprando en Puebla en una de las malteras que le trabaja a las dos cervecerías más grandes y eso nos permite ser una de las cervezas artesanales mexicanas que utiliza mayor porcentaje y mejor calidad; un poco por la naturaleza de que somos de las grandes, entre las pequeñas… utilizamos una gran cantidad de maltas nacionales, sin excluir que mucha de la malta de especialidad viene de fuera”.

“Ese 15, 20% que le da la personalidad a nuestro producto viene de malteras como Weyermann, probablemente la maletera más importante a nivel internacional; sin embargo, el alma, el cuerpo de nuestra cerveza, viene de insumos nacionales como la levadura que compramos en seco, luego se propaga y la mantienes viva en tu planta”, expuso.

“El agua es inevitable, un insumo indispensable, básico para la vida humana y para la cerveza, y también viene de la región. Yo diría que el único ingrediente que sigue representando un reto para entender qué va a pasar en el futuro es el lúpulo, esta flor que en el pasado se utiliza para dar el amargor y conservación natural a la cerveza… como mucha gente sabe, no se da en México; se están haciendo algunos experimentos en el Valle de Guadalupe, sobre todo en la región del vino, con resultados de sabor muy buenos, pero de rendimientos muy bajos que hacen inviable la producción de cerveza en la escala comercial”.

“Entonces, el lúpulo se sigue importando y creo que se seguirá importando durante muchos años. La única alternativa que está interesante y hacia allá va la tendencia, es que el lúpulo, junto con el vino, está yéndose hacia el norte por efectos de calentamiento global. En México era muy difícil producir lúpulo, casi imposible, y se está logrando ahora, pero esa pequeña franja se nos va a ir desplazando, lo cual va a hacer inviable esa producción”.

“En los últimos estudios que tuvimos chance de irnos a capacitar a Estados Unidos, vimos que se pueden sustituir los componentes del lúpulo por algunos de los terpenos provenientes del cannabis. Es algo de lo que vamos a ver avanzar probablemente en 10 años, que se van a aislar terpenos provenientes de la planta de cannabis de especialidad, van a proporcionar aromas y características que originalmente venían del lúpulo y va a ser mucho más barato y sencillo porque México es un productor natural de cannabis”.

“Con el tema de legalización que se prevé suceda en algún momento en el futuro, va a permitir que bajen los costos de los insumos para generar este otro componente que hasta hoy en día solamente se hace con lúpulo, pero tendrá que evolucionar la industria para obtener terpenos de otras fuentes conforme el calentamiento global desplace los lúpulos a otras regiones del planeta”, confesó.

Oportunidades en el ámbito regulatorio de la cerveza artesanal mexicana

Hasta la fecha, las leyes mexicanas están diseñadas para grandes cerveceras, sin hacer distinción para microproductores. Esto ha generado barreras en licencias, etiquetado y distribución que limitan el desarrollo artesanal.

El IEPS, junto al encarecimiento de insumos importados como lúpulo, malta y levadura, eleva significativamente los costos de producción, lo que inminentemente pone una barrera ante el consumidor. En 2025 las tasas vigentes son:

  • del 26.5 % en bebidas alcohólicas de hasta 14 grados
  • del 30% en bebidas alcohólicas de 14 a 20 grados
  • del 53% en bebidas alcohólicas con más de 20 grados

“Precisamente, durante los primeros años de ACERMEX (ahora Unión cervecera independiente), se buscaba alcanzar un mejor acceso a insumos. En su momento, se logró que se eliminaran cupos arancelarios que impedían importar malta de cebada a México, del mismo modo que se alcanzó la importación de levaduras y lúpulo”, recordó.

“Hoy en día creo que nos agobia el tema del IEPS. La competencia con las grandes cerveceras es complicada y ahora también lo es con otros productos porque las barreras comienzan a romperse y estamos viendo un refrigerador cada vez más complejo. En Estados Unidos vas a Wholefoods y no entiendes dónde acaban los seltzers, dónde empiezan los espirituosos, dónde empiezan los funcionales, y esa distinción de categorías en México comienza a ser así, eso complica el acceso al mercado”.

“Creo que mucho de lo que estamos trabajando en el tema regulatorio y de acceso con el gobierno tiene que ver, por un lado, con el tema del reconocimiento como gremio porque no existen los permisos para micro cerveceras”, expresó Andreu, refiriéndose a que sin importar la magnitud o los alcances de una cervecera, todas son consideradas bajo el mismo esquema.

“Es muy diferente la forma de operar de una cervecería que produce millones de hectolitros, de quien está estableciendo un local comercial en el centro de Saltillo para fabricar su propia cerveza, y el permiso es muy parecido. Entonces se está trabajando en que haya distinción entre los diferentes sectores, lamentablemente esto se trabaja a nivel municipal y hay 2457 municipios en México, así que obviamente no se está trabajando en todos”.

“En Baja California, Ciudad de México y Querétaro hay gente dedicada a ello. También está el tema turístico, por ejemplo, la Asociación de Cerveceros Independientes de Querétaro está trabajando en el pasaporte Cervecero que te permite conocer quiénes son los actores de la industria y las marcas que tienes que probar cuando vas allá, vas estampando en los diferentes lugares donde puedes tomar cerveza artesanal y sellando tu pasaporte para convertirte en un experto embajador de la cerveza queretana”, contó, a modo de estrategia.

“Sin embargo, no se han resuelto los temas de fondo que tienen que ver con el IEPS… yo creo que el reto sigue siendo un poco el mismo, es un impuesto que en teoría nació para aliviar la parte negativa del alcohol y sin embargo, no pagan más impuesto quienes dañan más o quienes generan más alcohol. Nosotros, como artesanales que tenemos un porcentaje pequeñito de alcohol comparado con destilados de otras bebidas, terminamos pagando muchos más impuestos a pesar de otros productos que tienen la misma o más cantidad de alcohol por la forma en que se tasa”.

“Necesitamos trabajar mucho con el gobierno, el tema es que no se ha unificado esa voz porque mezcaleros, productores de vino mexicano y cervecerías han actuado por separado… urge que nos pongamos de acuerdo los productores de todo tipo de bebidas alcohólicas en el país, particularmente los que fabricamos de manera artesanal o productos de alta calidad, porque si no nos ponemos de acuerdo, cuando el gobierno requiera una mayor recaudación, nos va a pegar a todos por igual”, señaló.

Toma de decisiones en momentos de crisis

Durante la pandemia de COVID-19, la industria de la cerveza artesanal mexicana enfrentó uno de sus mayores desafíos: cierres temporales de puntos de venta, interrupciones en la cadena de suministro y una drástica caída en el consumo fuera del hogar.

Muchas cervecerías independientes debieron reinventarse acelerando canales como el e-commerce, alianzas locales y venta directa, marcando un punto de inflexión que redefinió modelos de negocio y resiliencia en el sector:

“La pandemia fue un antes y un después en la industria… siento que hay dos historias que contar: la que más contamos que tiene que ver con cómo resuelves ese momento en el que no alcanza, no puedes operar, tienes que cumplir con ciertas normativas de salud y no se puede; donde hubo días bien complicados que requirieron transformación completa de la compañía, pero me parece más importante lo que pasó en el largo plazo, cómo se transforma la industria de cerveza artesanal”.

“Antes de la pandemia, la cerveza artesanal se consumía principalmente en bares y restaurantes; es la ocasión de consumo perfecta porque ahí conectas a través del mesero o el sommelier con el consumidor. De pronto, con la pandemia, viene la disminución de catálogo; restaurantes que tenían 12, 13 cervezas artesanales o bares de cerveza que tenían 60, 70 etiquetas de cerveza redujeron sustancialmente lo que ofrecían en su menú, al extremo”.

“Esto es una especie de vestigio de la pandemia, la reducción de inventarios, y se abre también la oferta a otro tipo de bebidas: vinos y coctelería. Esto ha hecho que el consumidor ya no pueda enamorarse de nuestro producto tan fácilmente, tenemos que pelear por otros momentos de consumo, como en el autoservicio, cuando te paras frente a un anaquel donde hay 70, 80 cervezas”.

“Ya es otro tipo de comunicación, son otro tipo de esfuerzos de convencimiento y también es un canal mucho más caro, porque ahí ya compites con los grandes. El 80, 90% de las marcas que están ahí son marcas trasnacionales que tienen presupuestos mucho más completos que los nuestros para convencerte de lo que te vas a llevar ese día en el súper; entonces esa transformación ha sido radical y la forma en que hemos optado por pelear es con alianzas”.

“Nosotros distribuimos nuestra cerveza a autoservicios, particularmente a través de Concha y Toro, que tiene una penetración en probablemente el 99% del retail en México y eso hace que sumemos eficiencias, porque sí ellos ya están llegando y haciendo labor de ejecución y promotoría en el anaquel con todo su portafolio en el tema de vinos, del otro lado está el anaquel de cerveza donde no jugaban y ahora tienen posibilidad de entrar con nuestras marcas y tomar un espacio”.

Sustentabilidad, más allá de lo evidente

La sustentabilidad se ha convertido en un eje clave para la evolución de la cerveza artesanal en México. Desde el uso de ingredientes locales y de temporada hasta la implementación de prácticas como la reutilización de agua, energías limpias y empaques retornables, cada vez más cervecerías están apostando por modelos de producción responsables que conecten con un consumidor consciente y comprometido con el impacto ambiental de sus elecciones:

“Hoy en día, tener un negocio de la naturaleza que sea, implica estar atento a cómo haces que tenga el mayor impacto positivo y el menor impacto negativo a todos los niveles, no solamente ambiental, también social y empresarial. Pienso que México es un país donde las pymes tenemos muy complicado el poder vigilar este balance fino entre aportar de lo positivo, reducir tu impacto en lo negativo y al mismo tiempo mantenerte rentable y cuidadoso de las normas y todo lo que esto implica”.

“La industria cervecera artesanal mexicana, trabaja con márgenes de utilidad muy chiquitos del 2, 3% anual y eso nos pone en una tela difícil de mantenerse en equilibrio. Ahora, cuando la gente piensa en cerveza, nos relacionan directamente con el agua porque es un insumo muy politizado y que está muy en los ojos de todos, porque cuando falta, evidentemente nos complica la vida a todos”.

“El agua tiene un impacto mucho más fuerte en la parte energética y de distribución en la industria cervecera. La cerveza se embotella y se tiene que trasladar: estás moviendo agua, peso y vidrio; en ese sentido, en PRIMUS procuramos que nuestra influencia sea local. Siempre nos preguntan si ya exportamos o si llegamos a otras partes del mundo ¡y sí!, pero al mismo tiempo creo que la cerveza no es un producto que haya nacido para viajar; debe de consumirse de manera local por muchas razones, pero principalmente porque transportarla es un crimen en el sentido del consumo energético que se hace para llevar ese peso a otros lados… esa es la principal razón por la que, por ejemplo, Lagunitas decidió fabricar su cerveza en México con nosotros”, afirmó.

“El terroir no es un tema que impacte a la cerveza como en el vino. Mientras tengas los insumos adecuados, puedes fabricarla en cualquier parte del mundo y garantizar que va a ser exactamente el mismo perfil sensorial… en cuanto al tema del impacto, procuramos hacer ventas lo más local y cercano posible”.

“La eficiencia también importa, porque si voy a mandar cerveza a autoservicios en Monterrey, debo vigilar que mi camión no vaya a medias y que se haga uso eficiente recursos energéticos para transportar mi cerveza. Eso lo logramos con la alianza que tenemos con Concha y Toro, que nos permite pues ser mucho más eficientes en la transportación y localización de nuestro producto”.

“Finalmente, el tema del agua que, aunque no es el que más impacta en la industria cervecera, posiblemente sí es el más visible. En el gremio de la cerveza artesanal, por cada botella que te estás tomando, probablemente hubo otras diez botellas que se utilizaron como parte del proceso de elaboración, de limpieza, sanitización, etcétera”.

“Con las cervezas industrializadas de más volumen estamos hablando de 1.8, que es el benchmark mundial; es decir, por cada botella que tomas de ellos, es un tanto igual o punto ocho adicional de agua que se está mermando, utilizando, desperdiciando o que luego se reutiliza, pero es agua que se está utilizando para algo adicional en el proceso”.

“En Cervecería PRIMUS nos percatamos de que estamos en un muy buen intermedio, o sea, no estamos en los 10 litros artesanales. Estaría muy complicado llegar al estándar mundial de las grandes cervecerías por un tema lógico de escala, pero estamos gastando cinco litros de agua, un poco menos en algunas ocasiones, por cada litro de cerveza producida”.

“Entonces, hemos logrado llevar el impacto que tiene una cerveza Tempus o Jabalí a la mitad del estándar internacional que se utiliza para la cerveza artesanal y eso nos pone orgullosos, porque el reto todavía existe y es mayor, pero al menos sí nos tranquiliza saber que podemos caminar en el sentido correcto y evitar que el impacto de nuestra operación en términos de agua sea mayor”.

“No tenemos métricas de objetivos hacia los que queramos apuntar. Evidentemente vamos por mantener y que no se nos salga de control el consumo de insumos. El reto es ¿cómo soportas el crecimiento? la naturaleza como empresa te obliga a estar buscando cada vez un mercado mayor y estar colocando tus productos en más lugares; eso, evidentemente, te va a llevar a un mayor consumo de todo lo que utilizas, pero también genera mayor empleo”.

“Algo de lo que hacemos es ya no apostarle tanto al crecimiento futuro. Queremos mantener nuestro tamaño y crecer un poco, llevar nuestra cerveza a lugares donde se aprecia mucho mejor. Buscamos estabilidad más que crecimiento y que dentro de esa estabilidad podamos vernos mucho más eficientes; no solamente hablamos de hacer una distribución eficiente y utilizar menos agua, sino de mantener algunos estándares de consumo o de gasto y mejorar, por ejemplo, todo el tema de capacitación humana porque no lo logras volverte más eficiente si no es a través de la gente que trabaje con nosotros, que cada vez tenga mayor entendimiento de cómo puede aportar a que nuestro proceso sea mejor”.

“Cuidamos los aspectos básicos de seguridad en temas sanitarios, pero también el tema de innovación; el comité de innovación se nutre de más participantes que trabajamos en la planta y ya no solo estamos innovando en temas de seguir haciendo cerveza con chile, chocolate o cacao, ahora innovamos para que el proceso sea mucho más sostenible, para que el consumo energético sea menor y la cantidad de fletes que hacemos entre Ciudad de México y Querétaro sea la menor posible”.

“Al hablar de innovación se entra en un terreno medio escabroso, porque se piensa que innovar es ponerle chocolate o frambuesa a tu cerveza, cuando realmente tiene que ver con cómo hacer una gestión diferente con gobierno, con cómo logras que tus rutas de reparto sean mucho más eficientes para para que tengas un beneficio económico e impacte lo menos posible en la huella de carbono”.

“Creo que lo complejo en el negocio es mantener este balance entre los diferentes stakeholders: la gente que trabaja, los accionistas y los diferentes insumos y recursos, porque si te enfocas solamente en una cosa, puede disminuir tu consumo de agua, pero tal vez le pegas a otra parte del negocio. Mantener un balance en toda la organización es como una especie de arte”.

El futuro de la cerveza artesanal mexicana

Al preguntarle a Jaime sobre lo que visualiza en el futuro de la industria cervecera artesanal mexicana, respondió: “hacia el futuro creo que va a haber una consolidación de marcas… suelo ser optimista y creo que la cerveza artesanal va a crecer en los siguientes años y no solo por efecto económico sino por el gusto de la gente”.

Respecto a la tendencia que ha surgido en torno a las bebidas sin alcohol, entre las que ya existen opciones de cerveza en el mercado apuntó: “la cerveza y las bebidas sin alcohol llegaron para quedarse y no llegaron de la nada. Aunque se piense que quienes beben cerveza o tequila sin alcohol se están desplazando de mercados como el nuestro, pienso que es gente que no tomaba alcohol o que no quería tomar alcohol, que se pasaba al refresco o las aguas frescas. Entonces, si yo no tomo puedo irme a una subespecialización de la categoría que está creciendo mucho: la cerveza sin alcohol”.

“Vamos a ver dónde encuentra su punto óptimo de estabilidad, aunque no creo que en México crezca tanto como en otros países. En España, la cerveza sin alcohol ha crecido montones, pero por efecto de que allá, por ejemplo, el consumo de refrescos es muy bajo. Acá, creo que es una bebida de nicho”.

“He visto muchos estudios, algunos hablan de que hay una corrección del mercado, que en 2020 por efecto de la pandemia comenzamos a consumir mucho más alcohol y luego en 2022 cayó radicalmente ese ese crecimiento, pero todavía estamos por encima del consumo de la tendencia que traíamos antes de pandemia de 2019”.

“El consumo de alcohol sigue creciendo en el mundo y creo que se está volviendo mucho más versátil la ocasión de consumo… el consumo de bebidas alcohólicas va a seguir creciendo y se va a estar especializando con y sin alcohol. Diría que se avecinan tiempos buenos para la cerveza artesanal; me parece bastante promisorio en temas de consumo, de cultura y en muchas otras cosas”.

“Traemos ahorita muchos planes para colaboraciones en adelante, algunas de las que involucran justamente materias primas nacionales y tenemos preparados lanzamientos de productos el siguiente año”, concluyó.


Ingrid Cubas

Comunicóloga con más de 10 años como creadora de contenidos para medios impresos, digitales y audiovisuales sobre la industria de alimentos y bebidas. Sommelier de té, especialista en cata, maridaje, producción y calidad de Camellia Sinensis.

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