Estrasburgo Francia, (EFE).- El Parlamento Europeo vivió este martes una agitada jornada con protestas y debates como previa al voto crucial que afronta el miércoles el pleno de la Eurocámara, que debe decidir si tramita la Ley de Restauración de la Naturaleza o si deja caer esa emblemática iniciativa de la agenda verde comunitaria.
Pese a que se encuentra aún en un estadio precoz, pues el Parlamento por ahora sólo tiene que consensuar su posición para entrar en negociaciones con el Consejo de la UE, el expediente ha adquirido un enorme valor simbólico y protagoniza una encarnizada batalla política.
La Ley de la Restauración de la Naturaleza, que parte de una propuesta lanzada en diciembre por la Comisión Europea para acompasar el paso del bloque comunitario a los acuerdos sobre biodiversidad alcanzados en la COP15 de Naciones Unidas, pretende reparar en 2030 el 20% de los ecosistemas terrestres y marinos dañados de la UE y todos ellos para en 2050.
Pero los grandes empresarios agrícolas, representados por la patronal Copa-Cogeca, se oponen frontalmente a la normativa, al igual que las formaciones de extrema derecha y también el Partido Popular Europeo que preside Manfred Weber, quien ha convertido este expediente en un símbolo de cara a las elecciones al Parlamento Europeo de 2024.
Seguro te interesa: Las bolsas europeas cierran en positivo tras la caída de la semana pasada
Se necesita restaurar el medio ambiente
"Restaurar el medio ambiente no tiene que suponer la muerte de toda producción artesanal, industrial, forestal o agrícola, no.
Producir no es una palabrota", dijo la democristiana francesa Anne Sander, en un debate parlamentario del que se ausentó Weber.
Los populares aseguran que la ley amenaza la seguridad alimentaria, obliga a los campesinos a ceder parte de sus tierras para preservar la biodiversidad y compromete el despliegue de infraestructuras de energías renovables.
La europarlamentaria de ultraderecha Margarita de la Pisa (VOX), por su parte, aseguró que "la Comisión Europea está demostrando no tener escrúpulos a la hora de querer imponerse y destrozar nuestro sector primario, utilizando una supuesta preocupación medioambiental como excusa”.
En el campo contrario, defienden la iniciativa socialdemócratas, verdes, izquierda y la mayoría de los liberales, así como otras plataformas agrícolas, la comunidad científica internacional, los cazadores, las empresas de energías renovables, un amplio surtido de multinacionales y cerca de un millón de ciudadanos, que han firmado una petición a favor de la ley.
Argumentan que no fija objetivos obligatorios, mejorará la producción agrícola a largo plazo y prioriza la instalación de infraestructura energética verde, entre otros argumentos. "No habrá seguridad alimentaria si no hay suelos fértiles y polinizadores", dijo el negociador jefe de la Eurocámara en el expediente, el español César Luena (PSOE).
Desde la sociedad civil, el experto del Centro Helmholtz para la Investigación del Medioambiente y exmiembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), Josef Settele, subrayó en una charla con periodistas que “la biodiversidad ayuda a las personas y a los ecosistemas a adaptarse al cambio climático".
Mientras se desarrollaba el debate en el hemiciclo, una batalla escénica florecía a las puertas del Parlamento Europeo, donde tractores y campesinos convocados por Copa-Cocega y organizaciones ecologistas como Oceana o WWF buscaban la atención de los medios de comunicación.
"La historia les juzgará duramente si deciden estar del lado de los intereses destructivos y los grandes grupos de presión", lanzaba la activista sueca Greta Thumberg, mientras Weber, en rueda de prensa, reclamaba a la Comisión una nueva propuesta.
Recorrido palamentario
El texto recibió la opinión desfavorable de las comisiones parlamentarias de Agricultura y de Pesca, antes de llegar a la sala competente de Medioambiente, donde cosechó un empate técnico: los detractores no tumbaron la ley, que se abrió camino hacia el pleno, pero los defensores no reunieron una mayoría respaldara el borrador en conjunto.
Por eso, el pleno del hemiciclo tendrá que votar el miércoles 129 enmiendas (10.00 GMT). Primero se votará una enmienda de rechazo.
Si prospera, será el final
El Parlamento pedirá a la Comisión Europea que retire la legislación o, como mucho, devolverá el expediente a la comisión de Medioambiente de la Eurocámara.
Si cae esa enmienda, el resto se votarán individualmente. Y finalmente se someterá a votación el texto al completo, que en todo caso sería una versión “profundamente aguada” de la propuesta inicial, según el presidente de la comisión de Medioambiente, el liberal francés Pascal Canfin.
"Tengo confianza", Pascal Canfin.
Con las últimas negociaciones tenemos buenos números", trasladaba a la prensa Luena, optimista por la "estrategia unificada" de socialistas, liberales, ecologistas e izquierda para sacar adelante el texto.
Y, en parte, también porque los liberales han presentado una enmienda para que la Eurocámara calque el enfoque que ya han adoptado los Estados miembros, con jefes de Gobierno del PPE en Austria, Bulgaria, Croacia, República Checa, Finlandia, Grecia, Irlanda, Lituania y Rumanía.
Unos hablan de 20 votos de diferencia, sobre 705 escaños, y otros sólo de 5. Con un conteo tan ajustado, la mirada está puesta en los escaños vacíos en la última sesión plenaria del curso, como los de los eurodiputados independentistas catalanes Carles Puigdemont y Toni Comín, que no han viajado a Estrasburgo por miedo a ser detenidos en Francia tras perder la inmunidad parlamentaria.