Los alimentos son cada vez más solicitados como producto “duradero” y su proceso de comercialización necesita empaques inteligentes que se adapten, con el propósito de mantenerlos en las condiciones óptimas.
La expresión “inteligencia” se ha utilizado en algunas ocasiones para hablar de cierto tipo de empaques con una función específica y activa, aunque el término no ha faltado de controversia. Parece que el consenso de los especialistas se inclina más hacia la terminología de “empaques activos”, usada por primera vez en 1985 por el reconocido profesor Ted Labuza, de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos.
Empaques inteligentes
Desde entonces, la expresión se ha difundido gracias a la explosión en el uso de empaques cuyo papel no está limitado al de ser una simple barrera de protección contra el ambiente, sino que participan activamente en el proceso de conservación de los alimentos y los medicamentos, entre otros.
Wagner definió de manera más clara en 1989 a lo que nos referimos: “Un empaque activo ofrece más que una simple protección, él interactúa con el producto y, en algunos casos, responde a los cambios del medio ambiente o a los cambios del producto mismo”.
Lo cierto es que los empaques activos responden a la evolución de los mercados y a las exigencias de los consumidores y de los empresarios.
Los productos frescos, por ejemplo, son cada vez más solicitados como producto “duradero” y su proceso de comercialización necesita empaques que se adapten, con el propósito de mantenerlos en las condiciones óptimas de conservación, reduciendo al mínimo la utilización de aditivos que aumenten su duración con una calidad constante.
Un empaque puede ser activo si tiene la facultad de seleccionar lo que permite pasar a través de él, de liberar compuestos progresivamente, de absorber o de transformar un compuesto o un gas. El empaque podrá por ejemplo permitir el paso de manera selectiva del oxígeno, el dióxido de carbono o incluso algunos compuestos aromáticos.
Clasificación y características de los empaques inteligentes
Empaques “semáforo”:
Los empaques que ofrecen un paso selectivo de gases son precisamente el límite entre los empaques convencionales y los activos. Estos empaques son muy usados actualmente para distribuir en las llamadas atmósferas modificadas vegetales frescos o mínimamente procesados.
Empaques “reguladores”:
La absorción de oxígeno, de etileno, de compuestos aromáticos indeseables o de vapor de agua son funciones que realizan actualmente algunos empaques. La liberación controlada de agentes antimicrobianos como el etanol, el gas carbónico o el dióxido de azufre es también ampliamente usada en la industria de la alimentación. Los empaques activos pueden transformar un compuesto químico o incluso la energía.
Empaques “fábrica”:
Los empaques activos más sofisticados pueden transformar un compuesto presente en el alimento o producir un elemento deseable: materia o energía. Este es el caso —por ejemplo— de los envases de café que lo calientan ellos mismos, después de romper la cámara ubicada en la base del recipiente, lo que provoca una reacción que desprende calor.
Finalmente, los empaques más “activos” son aquellos que van a reaccionar y a adaptarse a las condiciones externas: por ejemplo, un empaque que controla el paso de aire en función de la temperatura, para responder al aumento natural de la respiración de las frutas cuando el ambiente es más caliente.
El especialista Jesús Alberto Quezada, impartirá la charla "Innovación en alimentos y bebidas: características de los empaques activos e inteligentes, dentro del programa de Conferencias Gratuitas del Food Technology Summit & México 2013, el día 26 de septiembre a las 17:00 hrs. (Auditorio Diego Rivera).