El vino mexicano ha logrado ser reconocido a nivel nacional e internacional durante los últimos años, presentando un crecimiento sostenido en producción y consumo. La industria vitivinícola ya se ha posicionado como una de las más dinámicas del sector agroalimentario del país, con casi 9,500 hectáreas de uvas viníferas cultivadas y más de 500 mil empleos generados; sin embargo, este progreso se acompaña de oportunidades que exigen liderazgo, articulación y visión de futuro.
En este contexto, el Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), principal organismo articulador del sector, anunció el nombramiento de Elizabeth Rojas Martínez como su nueva Directora Ejecutiva. Con una destacada trayectoria en comercio internacional, promoción agroalimentaria y articulación público-privada, Rojas sustituye a Ana Paula Robles con el compromiso de consolidar el posicionamiento global del vino mexicano.
La tarea es ardua y para lograrla, Rojas tiene un plan de trabajo que se estructura en cuatro ejes estratégicos: unidad sectorial, sustentabilidad, crecimiento responsable y fortalecimiento de la Marca Colectiva “Vino Mexicano”, registrada desde 2020 como emblema de identidad, autenticidad y calidad.
“El vino nacional tiene todo para ser un referente mundial: tradición, calidad y una comunidad decidida a crecer”
Elizabeth Rojas.
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Una industria que conjuga comercio y turismo
El vino mexicano ha ganado medallas en concursos internacionales y espacios en las mesas de consumidores cada vez más informados, con variedades como Cabernet Sauvignon, Merlot, Nebbiolo, Syrah y Tempranillo. La industria está floreciendo en al menos 17 estados del país, siendo Baja California, Coahuila, Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes algunas de las principales regiones productoras.
Además de la producción, el enoturismo se perfila como motor emergente para el desarrollo de la industria vitivinícola nacional. La ruta del queso y el vino en Querétaro y los paseos por los viñedos del Valle de Guadalupe atraen cada vez a más visitantes nacionales e internacionales.
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Trascendencia internacional con identidad nacional
Si bien los avances de la industria han sido importantes, la exportación hacia mercados como Estados Unidos, Canadá, Japón y países europeos se proyecta como una línea estratégica de crecimiento.
Este camino hacia la internacionalización se acompañará de varios retos. Aún con la popularidad que ha alcanzado el vino mexicano en ferias internacionales y en mercados de alto valor que aprecian la diversidad de terruños y la riqueza cultural del país, la competencia global exige condiciones robustas: logística eficiente, acuerdos comerciales favorables, inversión en investigación y desarrollo, digitalización de procesos y fortalecimiento de la “marca país”.
“El reto es crecer sin perder lo que nos hace únicos”, señala Rojas. “Fortalecer nuestra producción con visión global implica proteger nuestras raíces, cuidar el entorno y contar nuestras historias desde el terruño hasta la copa”.

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¿Hacia dónde va el CMV?
Bajo la dirección de Elizabeth Rojas, el Consejo Mexicano Vitivinícola -que funge como plataforma de diálogo entre productores, autoridades, distribuidores, académicos y consumidores- fortalecerá su papel en la promoción de políticas públicas que favorezcan al sector: incentivos fiscales, normatividad especializada, inversión en infraestructura hídrica y tecnológica, y mecanismos que impulsen la inclusión y la equidad en la cadena de valor.
Asimismo, el organismo invita a todos los actores de la industria vitivinícola a sumar esfuerzos para alcanzar la meta compartida de hacer del vino mexicano un símbolo de calidad, innovación y orgullo nacional con presencia internacional.