El whisky escocés se remonta al siglo XV, cuando un recaudador de impuestos escocés registró la bebida espirituosa. Y hoy 27 de julio celebra su día.
Las destilerías o los contrabandistas esquivaban al recaudador del rey o se organizaban contra él. El whisky escocés se protegió por primera vez mediante una definición en la ley en 1933. Se protegió aún más en 1988 con la Ley del Whisky Escocés.
Dado que esta bebida está protegida por la ley, hay que seguir unas pautas específicas a la hora de elaborarlo para que sea etiquetado como escocés. De lo contrario, puede ser un whisky corriente.
Lo primero y más importante, es que el whisky escocés debe fabricarse en Escocia. Otro requisito es el grano utilizado en el proceso de fermentación. En el caso del escocés, sólo puede utilizarse cebada malteada.
El escocés también debe envejecer en barricas de roble durante al menos tres años y tener un ABV inferior al 94,8%. Aunque la mayor parte de este whisky se elabora con cebada, agua y levadura, se pueden incluir otros granos, pero sin aditivos de fermentación, por ley.
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Consumo global de whisky escocés
Según datos de la Scotch Whisky Association (SWA), el whisky escocés concentró en 2020 el 75% de las exportaciones de alimentos y bebidas de Escocia.
Asimismo, representa el 21% de todas las exportaciones de alimentos y bebidas del Reino Unido y el 1.4% de todas las exportaciones de bienes de esa nación.
Dicho informe señala que la industria del whisky escocés aporta 5 mil 500 millones de libras esterlinas en valor añadido bruto a la economía del Reino Unido.
De allí la conclusión sobre la importancia que puede tener la industria de bebidas alcohólicas. Que de lograr un crecimiento, impactará positivamente en miles de puestos de trabajo y en la propia economía.
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