Eliminar la venta de bebidas y alimentos industrializados en las escuelas parecería una medida lógica para contrarrestar el fenómeno de la obesidad infantil, aunque su efectividad aún no quede clara. Se trata de un problema serio que debe enfrentarse con la mayor eficacia posible y, por ende, resulta indispensable precisar el impacto real que tiene el consumo de estas bebidas sobre el peso de los niños.
Como una respuesta al incremento en los índices de obesidad infantil durante los últimos años, muchas escuelas y centros educativos han decidido retirar los refrescos de sus tiendas y cafeterías. Sin embargo, la verdadera eficacia de esta medida, cuyo objetivo es coadyuvar en la lucha contra el sobrepeso y sus consecuencias sobre la salud, aún está por demostrarse. Con ello en mente, un equipo de investigadores estadounidenses se dio a la tarea de comprobar la posible relación entre la venta de refrescos en las escuelas y el aumento de peso en los niños.
Existen numerosas hipótesis que pretenden explicar la creciente obesidad infantil. Hay quienes afirman que este fenómeno se debe a que los niños hacen menos ejercicio, tanto en la escuela como en la calle la inseguridad, la falta de áreas verdes y de instalaciones deportivas públicas pueden ser la razón principal-, mientras otros opinan que el motivo esencial son las enormes porciones de comida que el niño consume a diario.
En este sentido, eliminar la venta de bebidas y alimentos industrializados en las escuelas parecería una medida lógica para contrarrestar el fenómeno, aunque su efectividad aún no quede clara. No obstante, la obesidad es un problema serio que debe enfrentarse con la mayor eficacia posible y, por ende, resulta indispensable precisar el impacto real que tiene el consumo de estas bebidas sobre el peso de los niños.
Interesados en ello, los doctores Solveig Cunningham y Madeline Zavodny, de la Universidad Emory y el Agnes Scott College en Atlanta, realizaron una extensa investigación para determinar si en realidad existe una relación directa entre el consumo de refrescos en las escuelas y el aumento de peso en los estudiantes norteamericanos. Para ello, estudiaron a un total de 6,128 niños de 5º de primaria y 2º de secundaria y el posible vínculo entre el acceso y compra de estas bebidas en sus colegios, su consumo total dentro y fuera de la escuela- y su peso.
Como primera conclusión, los expertos se encontraron con que la disponibilidad de este tipo de bebidas en los centros educativos era irrelevante con respecto al total de refrescos que los niños consumían semanalmente. En efecto, mientras los de 5º de primaria bebían un promedio de 5.7 refrescos a la semana, sólo 0.4 habían sido adquiridos en la escuela. En el caso de los estudiantes de 2º de secundaria, aunque la compra de estos productos se duplicaba, su consumo total a la semana no aumentó.
En otras palabras, la compra de refrescos en los colegios equivalía sólo al 7% del consumo total entre los niños de 5º de primaria y a un 16% en los de 2º de secundaria. Más todavía, los científicos descubrieron que los refrescos que los estudiantes compraban en la escuela sustituían a los que adquirían fuera de ella, de modo que su consumo total semanal se mantenía constante, independientemente del lugar en donde los bebían.
Debido a que el acceso a la compra de refrescos en las escuelas prácticamente no afectaba el consumo total de éstos, su impacto sobre el peso de los niños resultó ser igualmente mínimo. En su estudio, los investigadores establecen que no existe una relación significativa entre la disponibilidad de estas bebidas en los colegios y el sobrepeso. Aunque la restricción en la venta de refrescos dentro de los centros educativos puede parecer una herramienta prometedora, anotan, nuestros datos indican que esta medida no ayuda de manera importante a contrarrestar la obesidad infantil.
Está claro que el sobrepeso en los niños es un fenómeno con consecuencias muy graves que debe abordarse desde todos los ángulos posibles y tratarse con estrategias genuinamente eficaces. De poco sirve implementar medidas cuya utilidad, al final, resulte insustancial. El estudio de Cunningham y Zavodny es importante para empezar a entender el verdadero origen del problema y las mejores formas de atacarlo. De acuerdo a sus conclusiones, la solución más allá de prohibir están en reeducar, crear una verdadera educación alimentaria, corregir hábitos y estimular la actividad física.
Fuente: Does the sale of sweetened beverages at school affect childrens weight?. Social Science & Medicine. Vol 73, no. 9, noviembre 2011. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21907477